
La maternidad no comienza con el parto
Durante mucho tiempo, la sociedad ha sostenido la concept de que una mujer se convierte en madre en el momento del parto. Ese instante en que el bebé respira por primera vez parece marcar, para muchos, el inicio de la maternidad. Pero esta mirada deja fuera una realidad profunda, vivida en silencio por millones de mujeres: la maternidad no empieza en el nacimiento, empieza mucho antes. A veces con un deseo, otras con una prueba positiva, y muchas veces con la transformación invisible del cuerpo y del alma al gestar vida.
Convertirse en madre es un proceso que no se limita a lo biológico ni a lo seen. Implica una entrega emocional, un compromiso important y una apertura del corazón que suele iniciarse desde los primeros momentos en que una mujer siente, piensa o sueña con su hijo. Es en esos momentos donde nace el vínculo, donde comienza a crecer el amor, la protección, la responsabilidad, el miedo y la esperanza. Incluso antes de que el cuerpo cambie, la mente y el corazón ya están gestando.
Maternidad en el duelo: hijos que dejaron huella
Esto es especialmente importante de reconocer cuando hablamos de mujeres que han atravesado pérdidas gestacionales o neonatales. Aquellos hijos que no llegaron a nacer o que vivieron muy poco tiempo fuera del vientre también fueron profundamente amados. Vivieron en el cuerpo y el corazón de su madre. Dejaron huella. Y esa huella es parte de la historia materna de muchas mujeres que, a menudo, se sienten invisibles ante un modelo social que valida la maternidad solo cuando hay un niño en brazos.
Decir que la maternidad comienza desde el deseo o la gestación es también una forma de hacer justicia emocional. Es reconocer las emociones, los procesos hormonales, los sueños, las decisiones y las renuncias que muchas mujeres ya están haciendo mucho antes del parto. También es visibilizar a las madres de hijos que están en las estrellas, que no son menos madres por no tenerlos físicamente, sino madres completas por haberlos sentido y amado desde lo más profundo de su ser.
La gestación emocional y física
La maternidad, entendida de forma amplia, comienza cuando una mujer abre espacio en su vida para otro ser. En ocasiones, ese espacio se abre incluso antes del embarazo: con el deseo profundo, con la decisión de concebir, con la búsqueda consciente o incluso en procesos como la adopción o la gestación subrogada. Todas estas formas comparten un elemento en común: la entrega emocional. Y esa entrega es la que transforma. Es la que marca el inicio del camino materno, con todas sus complejidades.
Desde una mirada perinatal, sabemos que el vínculo con el bebé comienza mucho antes de que el parto suceda. Las mujeres sienten, imaginan, proyectan, se conectan. Hablan con sus hijos en el vientre, los sueñan, los acarician a través de su piel. También sienten miedo, dudas, ansiedad, alegría, esperanza. Todo ese entramado emocional forma parte de la experiencia de ser madre. No es necesario un certificado médico, un acta de nacimiento o una foto de familia para que la maternidad exista. La maternidad es una vivencia subjetiva, íntima y profundamente actual.
El rol del acompañamiento emocional
Lamentablemente, muchas mujeres que viven pérdidas tempranas no se sienten autorizadas a nombrarse madres. Algunas ni siquiera reciben acompañamiento profesional o acquainted durante sus duelos. A menudo escuchan frases como “por suerte fue temprano”, “mejor ahora que después”, “ya tendrás otro”, frases que minimizan el dolor y deslegitiman su vínculo con ese hijo. Pero quienes hemos trabajado o transitado el duelo perinatal sabemos que ese vínculo existió. Y que su pérdida deja una marca profunda.
Por eso, hablar de salud psychological perinatal es también hablar de validación. Validar las emociones de las mujeres desde que se sienten madres. Validar su dolor, su alegría, su angustia y su amor. Acompañar su proceso sin imponer una cronología ni una forma única de maternar. Cada mujer vive su maternidad de forma diferente, y todas merecen ser escuchadas y sostenidas.
Como doula y mujer que ha vivido la gestación y la pérdida, sé que la maternidad se siente en el cuerpo y en el alma desde el primer instante. No hace falta ver una ecografía o escuchar un latido para comenzar a amar. A veces, el amor llega incluso antes que la vida misma. Y ese amor ya nos transforma. Nos cambia para siempre.
El acompañamiento emocional en estos procesos es important. Espacios de contención, escucha y respeto pueden marcar la diferencia en la salud psychological de una mujer. No se trata solo de “esperar” al nacimiento para intervenir. Se trata de acompañar desde el deseo, desde la búsqueda, desde el primer susurro de amor que se despierta en el corazón.
En mi experiencia como doula, he acompañado a mujeres que se sentían madres mucho antes de concebir. Mujeres que hablaban con sus futuros hijos, que preparaban su cuerpo, que hacían rituales, que lloraban cuando la menstruación llegaba mes tras mes. Esa maternidad también existe. Esa espera también transforma. Esa entrega también es amor.
Y he acompañado a mujeres que perdieron a sus hijos en diferentes etapas. Algunas en las primeras semanas, otras en el segundo trimestre, algunas en el parto o poco después. En todos los casos, ese hijo fue sentido como propio. Fue esperado, amado, proyectado. Y su pérdida dejó un vacío que muchas veces la sociedad no sabe o no quiere nombrar.
Una mirada perinatal amplia e inclusiva
Cuando decimos que la maternidad comienza desde el deseo o la gestación, también estamos diciendo que cada madre merece ser vista. Que su proceso merece ser acompañado. Que no hay una sola forma de maternar. Y que el respeto empieza por escuchar sin juzgar.
Ampliar nuestra comprensión de la maternidad es un acto de justicia emocional. Es un paso hacia una sociedad más empática, más inclusiva y más humana. Una sociedad que no mide la maternidad por el tiempo, por los resultados clínicos o por la cantidad de hijos vivos. Sino por la capacidad de amar, de cuidar, de entregarse, de sostener.
Si estás leyendo esto y alguna vez sentiste ese deseo profundo de ser madre, si alguna vez gestaste, aunque haya sido por poco tiempo, si alguna vez abriste tu corazón a un hijo que no llegó a tus brazos: eres madre. Y tu maternidad es válida. Es actual. Es digna de ser nombrada, de ser honrada, de ser acompañada.
La salud mental perinatal necesita integrar esta mirada. Necesitamos profesionales que escuchen, que validen, que reconozcan la diversidad de experiencias maternas. Que comprendan que no todas las maternidades son iguales, y que todas merecen respeto. Que sepan que el silencio, la culpa y la invisibilización son factores de riesgo. Y que el acompañamiento empático puede ser una herramienta de sanación.
A todas las madres: tu maternidad es valida
Ser madre no siempre implica tener un hijo en brazos. A veces, ser madre es sostener el vacío. Es aprender a vivir con la ausencia. Es honrar una vida breve pero intensa. Es reconstruirse tras el dolor. Es amar sin condiciones.
La maternidad comienza desde el deseo, desde la intención, desde el sueño. Y a veces, también comienza desde el duelo. En todas sus formas, es un camino valiente, transformador y profundamente humano. Un camino que merece ser acompañado con respeto, con presencia y con amor.
A todas las madres que están leyendo esto: las que están gestando, las que están esperando, las que han perdido, las que recuerdan, las que sueñan, las que aman en silencio… este texto es para ustedes. Porque su maternidad es actual. Porque sus hijos, vividos o recordados, fueron amados. Porque ser madre es mucho más que un acto biológico: es un acto de amor profundo, que empieza mucho antes de lo que el mundo está acostumbrado a ver.
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